Se ha detectado el primer planeta que orbita de cerca a una estrella enana blanca.
Por primera vez, un equipo de astrónomos ha detectado un planeta en órbita alrededor de una enana blanca a una distancia muy cercana, cada 34 horas.
Lo más emocionante es que el descubrimiento indica que los planetas eventualmente podrían terminar en la zona habitable de una enana blanca, donde teóricamente podrían sustentar la vida.
El planeta, denominado WD 1586b y con 13.8 veces la masa de Júpiter, orbita a su estrella anfitriona a 80 años luz de la Tierra en la constelación de Draco, como se detalla en un artículo publicado hoy en la prestigiosa revista Nature.
Los investigadores señalaron en el artículo:
“Hasta ahora, no se han detectado planetas intactos en órbitas cercanas alrededor de enanas blancas. El descubrimiento fue algo sorprendente. Un ejemplo anterior de un sistema similar, donde se vio pasar un objeto frente a una enana blanca, mostró solo un campo de escombros de un asteroide en desintegración”.
Planetas capaces de sobrevivir a su estrella
El descubrimiento apunta hacia la posibilidad de que grandes planetas sean capaces de sobrevivir a la etapa evolutiva final de su estrella anfitriona.
Siyi Xu, astrónomo asistente del Observatorio Gemini y coautor, dijo en un comunicado:
“Debido a que no se detectaron restos del planeta flotando en la superficie de la estrella o rodeándola en un disco, podríamos inferir que el planeta está intacto”.
Lo que hizo que el descubrimiento fuera aún más inusual fue el hecho de que se descubrió que el planeta era extremadamente frío, «entre los más fríos que hemos encontrado», según Xu, con una temperatura superficial máxima de solo 17 grados Celsius.
Mucho más grande de lo pensado
Las enanas blancas son los restos del núcleo de estrellas que han perdido la mayor parte de su energía. Son extremadamente densos, empaquetando aproximadamente la masa del Sol en el volumen equivalente de la Tierra. Como señaló Gizmodo, eso significa que el planeta descubierto por el equipo de Vanderburg es en realidad mucho más grande que la estrella que orbita.
Cualquier objeto celeste que orbite una estrella de este tipo tiene pocas posibilidades de sobrevivir a la fase gigante roja anterior de su anfitrión, una fase tardía de la evolución estelar en la que la estrella se infla a un radio mucho mayor, calentándose considerablemente en el proceso.
Una vez que la estrella anfitriona se convierte en una enana blanca, las intensas fuerzas gravitacionales suelen acabar absorbiendo cualquier materia a su alrededor.
Los hallazgos de la investigación han sido publicados en la revista Nature.
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